Pues, este es mi rincón de sueños, deseos, cosas que me pasan, pensamientos y quejas sobre mi vida. El aire que respiro es un problema. El dramatismo no es lo mío...creo☼.

11.22.2009

Cap. 3- "Edward"

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Empecé a empacar todas mis cosas. Robert se había ido hace 5 horas y Mallory estaba dormida en el cuarto contiguo.

Guardé todo lo necesario para pasar 4 meses en Italia. Inconscientemente, guardé ropa de más.

–Listo –susurré para mí misma–, ya estás lista para el calvario.

Me tiré sobre mi maleta para cerrarla, todo mi cuerpo se tambaleó por el impacto e hizo que mi móvil saliera volando y cayera estrepitosamente al suelo.

–Mierda –rezongué.

Me quedé en silencio, esperando que Mallory o mi “madre” vinieran y me preguntaran que diablos pasaba.

Nadie llegó.

Bueno, al menos no había despertado a nadie, al menos eso creía. Cogí mi libro favorito, “Besar a una chica que fuma” y trate de leer. Pero no pude. Estaba ida. No podía dejar de pensar lo que me depararía mañana.

Tenía que despedirme de Helen, tenía que despedirme de Zack –el novio de Mallory–, que era como mi hermano mayor, por que siempre me cuidaba… yo hice que Mallory y Zack se conocieran. Qué bueno que lo hice porque ahora los dos se adoran. Hice feliz a mi hermanita una vez en la vida. Metí el libro dentro de la maleta y encendí el ordenador, entré en mi servidor favorito y me entretuve leyendo chistes y cuentos hasta las cinco de la madrugada. Me puse en pie y fui a la ducha, me llevé el móvil por si tal vez Robert me llamaba, no quería despertar a nadie antes de tiempo. Me duché rápido, me puse unos vaqueros pitillo y una remera blanca que tenía escrito en la parte delantera:”Let’s get ready” Unas zapatillas negras con rayas blancas y una campera morada. Me miré en el espejo y me cepillé mi largo cabello castaño rojizo. Toda mi vida había adorado mi cabello, caía en tirabuzones delgados y un poco alocados. Ahora mismo, lo odiaba.

¡Tenía tantas ganas de raparme!

Dejé los pensamientos masoquistas y fui hacía la cocina, abrí el congelador y saqué la leche, tomé un recipiente y saqué cereales.

Comí un poco, no tenía muchas ganas de comer. Sólo lo hacía por que ya era una rutina. Puse el plato en el lavaplatos y fui corriendo hacía arriba, subí las escaleras de dos en dos y luego entre en mi habitación.

Ví la hora. Eran las seis, tenía un poco de tiempo. No, la verdad es que estaba lista y faltaba una hora para que Rob apareciera. Qué mal.

Decidí salir a caminar. A las seis de la mañana. Tomé mi bolso y busqué un cigarrillo. Era la niña casi perfecta. Mi único defecto era que me encantaba fumar. Tomé mis llaves y me dirigí a la puerta.

Salí y respire el aire frío de la mañana. El día estaba templado.

Saqué mi Zippo del bolsillo y prendí el cigarrillo. Aspiré el humo.

Unos brazos rodearon mi cintura. Rob.

–Hola, preciosa –me dijo Edward mientras me daba un beso en la mejilla. Me sorprendí que fuera él.

–¿Edward?

–Sí… Rob me contó lo que sucedió y me desperté temprano porque sabía que ibas a estar aquí a esta hora. Te conozco muy bien, enana.

–Sí, lo sé. ¿Y Rob?

–Está en la casa durmiendo. Mi hermano duerme el triple que yo. ¡Dios Santo!

–Jaja. Si tienes razón –dije. Edward era el hermano gemelo de Robert. Pero sólo lo eran por haber nacido el mismo día. Edward tenía el cabello castaño, muy parecido al mío, y los ojos del color de la miel. De pequeña Edward me había gustado. Es más… fuimos novios cuando tenia 15. Es decir, hace tres años. Me pregunto si sabrá que Rob y yo salimos. Pareció que me hubiera leído la mente porque me respondió.

–Sí, lo sé. Ayer me lo contó.

–¿A caso lees mentes?

–No, pero se leer miradas –dijo mientras me guiñeaba un ojo.

–Uff… –me sentí incómoda. Edward siempre me sacaba mariposas en el estómago. Era algo incontrolable. Él muchas veces me había dicho que me quería, pero de otra forma, yo ya no lo amaba, aunque seguía moviéndome el tapete. Pero, estaba cien por ciento segura de que amaba a Rob. Miré para otro lado. Él, al notar mi rechazo, me soltó y me dijo:

–¿Me das un poco de eso?

Le tendí el cigarrillo.

–Gracias –tomó y expulsó el humo–, dime… ¿cómo pasó?

–No tengo la menor idea Edward.

–Linda respuesta –y miró a otro lado.

–Lo siento.

–Sabía que pasaría –bajó la mirada, no para encontrarse con la mía sino para mirarme la mano –¿Qué te paso en la mano?

–Me corte con una navaja.

–Ahh…

–Edward –empecé.

–Debo irme… ahh… buena suerte en Italia…

–¡Edward! –grité. Corrí detrás de él. Se detuvo en seco y me choqué con él.

–¿Qué sucede, enana? –luego torció la boca en una mueca y me tomó de la mano, su voz tembló– Sólo dame esto ¿si?

Acercó su rostro al mío. ¡Oh no! ¡Dios no! él no podía besarme, no podía… traté de irme para atrás, pero no pude. Puso su mano en la parte baja de mi espalda. Yo cerré los ojos para no verlo acercarse y luego… sentí el roce de sus labios… en mi mejilla. Sentí cómo se reía, todavía estaba pegado a mí.

–Te quiero –murmuró en mi mejilla y luego me soltó y salió corriendo hacía el parque.

–¡Edward! –grité en vano. Él ya había desaparecido por el parque.

–¡Ugh! –exclamé antes de regresar a la casa. Ya debería ser las siete. Rob

estaría esperando.


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¿Pensaban que era Edward Cullen? haha... Alice

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Seehhh...,, it's me. Creo que lo más interesante que puedo decir de mí es que.... ¡me encanta escribir y leer! ¿Lo notaron? ^_^